Esta antigua forja fue el corazón palpitante de las ideas convertidas en metal. Aquí se fundieron minerales, se moldearon herramientas y nacieron joyas únicas, templadas con pasión, esfuerzo y arte. Aunque el martillo ya no retumba ni chispean las brasas, sus muros siguen resonando con historias de quienes forjaron más que objetos: forjaron experiencias, recuerdos y leyendas. Hoy, la forja se conserva como un espacio de inspiración. Puedes recorrerla, admirar las herramientas colgadas en silencio, y respirar el eco de los días en que el calor y el talento daban forma a lo imposible.